Acompañantes
Terapéuticos
en Rosario

Acompañantes Terapéuticos en Rosario. ¿Conocias de que se trata nuestro servicio?

Acompañantes Terapéuticos

Acompañantes Terapéuticos en Rosario

Atención integral para el grupo familiar. Servicio completo con contención y compañía para el paciente, comprendiendo a su vez a la familia. Se analizan la patología y la dinámica del día a día; se minimizan además las dificultades y se trabaja sobre el cuidado desde un punto de vista íntegro.

Puede interesarte también nuestro Servicio de Seguro de Internación

Contención para el paciente y la familia

Actividades variadas

Estímulos cognitivos e intelectuales

Ejercicios de rehabilitación

Prevención

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Fragmento de un congreso sobre acompañantes terapéuticos

Procesos de adecuación en servicio de pacientes crónicos. Proyecto 17.Karina Chayan El término adecuación remite a acomodar, ajustar, adaptar, amoldar. Rápidamente puede pensarse en normalizar. Normas, derechos, leyes que enmarcan las formas de atención. En el hospital psicoasistencial de la capital vienen produciéndose procesos de cambio y adecuación en muchos servicios, son veintisiete en total con heterogéneas y muy diferentes modalidades de atención. Yo comencé a trabajar en el año 2000 en la transformación de uno de ellos de pacientes internados crónicos, a hospital de día de TCA, anorexia y bulimia ambulatorios, a cargo del Acompañantes Terapéuticos en Rosario Dr. Persano. Por cuestiones de

concurso de cargos pase a la guardia 3 años y desde hace casi 2 años al área crítica del Hospital, un servicio de pacientes crónicos y con efectos de cronificación, con mas de 10 años de internación , 20 , 30 y casi 40 años internados con edades desde los 40 a mas de 60 años. Se le llamó área crítica por la falta de recursos humanos y cantidad de pacientes. Casi al llegar quedé como única psicóloga de planta en trabajo activo, un médico y 3 enfermeros para 29 Acompañantes Terapéuticos en Rosario pacientes, luego fueron menos. Proyecto 17 llame, a aquello que

me fui proponiendo en mi rol de única psicóloga de planta, en etapas, para poder asistir a los pacientes y continuar con lo ya trabajado por el jefe de Serv. Dr. Puerta con muy pocos recursos, psicólogos voluntarios a los que se le llama visitantes. Había algunos talleres que se iban discontinuando y algunos con tratamientos individuales, sin articulación como dispositivo complejo. En casi dos años de trabajo se pudo, por articulación con la facultad, contar con voluntarios para un primer armado de talleres, entramados, Acompañantes Terapéuticos en Rosario con objetivos terapéuticos que recorren toda la semana, juegos de mesa, educación física y movimiento

en los parques, arte y expresión artística, musicoterapia, asamblea de convivencia, cine, escritura y lectura, música, cuidados personales con rotantes de enfermería. Si bien siempre hubo la voluntad de realizar talleres, no lograban sistematizarse, ni formar parte de una red compleja de atención como proceso terapéutico interdisciplinario. Las reuniones de equipo se sistematizaron y fueron construyéndose como espacios interdisciplinarios, productores de saber, ateneos clínicos mensuales. Ahora se agregópresentación de los talleristas con los logros de los pacientes mensualmente. Las salidas Acompañantes Terapéuticos en Rosario terapéuticas con at y psicólogos voluntarios y los que se reciben de obras sociales o curadurías son los lugares donde

comienza a visualizarse los cambios trabajados en todos los espacios de taller. Una fuerza impulsora de vitalidad, de salirse de la abulia y el desgano, de los rituales circulares del tedio de repetir las mismas acciones, día a día. Donde las horas se hacen días y los días meses sin marcar el cambio temporal que nos designe como diferenciado un lunes de un jueves. El ingreso de un médico más, compañero y amigo de las Acompañantes Terapéuticos en Rosario rutas pedregosas acerca de impulsar los cambios, Dr. De Arriba, psiquiatra joven, con las mismas perspectivas de prácticas comunitarias y sociales, impulsan todo lo esbozado

en las primeras etapas, con las condiciones de posibilidad del Jefe de Serv. Dr. Puerta, con todos los avatares imaginables que esto implica, pero avanzando. Las habilidades sociales que se pierden al ingreso por la dinámica propia de la institución y su ordenamiento, empiezan a hacerse necesarias, para cumplir las consignas de los talleres, las vinculaciones entre ellos, y las salidas al exterior del servicio y del hospital. Como decía Acompañantes Terapéuticos en Rosario Kaes, las instituciones nos atraviesan e intercambiamos con ellas en forma dialéctica, lo que produce subjetividad en ese entramado relacional. Ante la imposibilidad de derivar a los pacientes, en su

mayoría casi todos los que tengo, a emprendimientos sociales, justamente por no reunir las condiciones para cumplir las consignas, inicio un taller de decoración de macetas de barro, con pequeños cuadraditos de cerámica que se pegan con cemento. Aparecen rápidamente las resistencias, la dificultad propia del hacer y realizar, apropiarse del espacio. Sin embargo, al poco de andar, aquel paciente con un grado de deterioro Acompañantes Terapéuticos en Rosario importante, sobre todo cognitivo, que no se comunicaba verbalmente, para enorme sorpresa, comienza a participar y comentar a media lengua que fue albañil en su juventud. El entusiasmo crece, la pericia en el hacer que

aprendemos juntos, aumenta y al tener la cantidad adecuada de macetas, intento tramitar un permiso de venta de las mismas. Hacían falta entre cuatro y siete firmas para autorizar con pocas perspectivas, hablando mucho, entusiasmando otro poco, fui esperanzando a cada quien, de lo importante para los pacientes de volverse consultantes y participantes de este proyecto, que podía ser una Acompañantes Terapéuticos en Rosario salida laboral. Vendimos una y rompimos dos, nos reímos y seguimos adelante; nos pelearon otros pacientes que hacen otras cosas y venden. A mi proyección inicial se sumaron la creatividad y la casualidad del equipo de apoyo de visitantes. Se

creo un taller de informática y se realizaron carteles con los precios, volantes, Facebook, página web, todo en el taller con sus propias propuestas. Atravesamos los temores y las ideas persecutorias, la compu me mira, me habla y luego nos amigamos con la tecnología. Ya tenemos un convenio con un vivero que vende nuestras macetas Acompañantes Terapéuticos en Rosario y nos entrega a muy poco valor el material, nos donan las venecitas unos constructores, y los lazos de adentro y afuera comienzan a desdibujarse, ya no parecen tan distintos, el afuera no es tan temible. Estamos en un proceso en continua construcción y sirvió

para trabajar la administración del dinero de la pensión, el manejo de los gastos, la reconstrucción de la propia identidad, ser artesano y ser vendedor, ser comprador. Muchos aspectos de la identidad que van dejando al paciente padeciente más atrás y dando lugar a los sujetos deseosos, deseantes, concientes de Acompañantes Terapéuticos en Rosario derechos a ejercer, apropiarse de un espacio en el afuera que no tiene por qué ser amenazante. Respecto al área de las salidas con objetivos terapéuticos, de reconstrucción de lazos sociales, y habilidades, surgió en las primeras salidas al exterior, por ejemplo al cine, donde hubo escenas de descomposturas, pérdidas,

temblores, hasta hacerse literalmente encima, es decir perder el control de esfínteres. Hubo que afrontar que los cambios debían ser graduales y acompañados por las modificaciones necesarias para el cuidado de lo cotidiano. La superación de los obstáculos está en pleno movimiento, en un ir Acompañantes Terapéuticos en Rosario y venir dialéctico, no sin avatares, algunas lágrimas, la mayoría mías, algunas rabias, impotencia contenida, ver tanto por hacer y tener tan poco a veces, lo mas difícil es visualizar lo posible con obstáculos improcedentes de índole institucional, miedos a los cambios y mucho esfuerzo, lo mejor…..sobre todo…. la felicidad de ver sonrisas, palabras, sonidos,

música, donde no había. Quejas donde había sumisión y silencios, revuelo y más trabajo, pero de una dignidad distinta. Hay una terapia de grupo que coordino con los pacientes que podrían llamarse los “ayudantes”. Allí propicio crear conciencia de situación, Acompañantes Terapéuticos en Rosario el estar internado en un hospital, tener atención, visualizar y problematizar cuál es el padecimiento, por qué no se han podido externar… esos son algunos temas de los que tratamos con aquellos que se suponen son los que están mejor. De dicho grupo terapéutico, del cual surgieron tres altas en proceso, los pacientes viven afuera, vienen al grupo y a

terapia individual, tienen at de obra social. En ellos, el proceso de deconstrucción de las prácticas institucionales, adecuadas al lugar de internación, e inadecuadas en la vida social en el afuera, los refuerzos son sandwichs, Acompañantes Terapéuticos en Rosario y yogures, la medicación se la autoadministran tres semanas antes en el servicio y luego se externan en proceso. Uno alquiló un departamento en provincia. Otros dos viven en una pensión. Se les tramita un subsidio habitacional y se trabajó en conjunto con el juzgado, curadurías, para tramitar amparo, pues ninguno de los pacientes puede tener un medio camino, sino un lugar de llegada. Llegada

a un lugar social posible, un techo y una ocupación. Uno vende churros, otro hace papel reciclado, otro está en talleres protegidos. Parte de las cuestiones notables son los sentires Acompañantes Terapéuticos en Rosario en la forma en que se nombran, “soy carpintero no un loquito del borda, soy vendedor, soy artesano”. “La primera vez que dormí afuera me encontré con mi propia humanidad, a veces perdés quién sos entre tantos, y perdés cómo cuidarte a vos mismo”. Tal como sucede en las familias, se conforman tramas solidarias y afectivas complejas entre los compañeros que devinieron amigos, hermanos de la vida. No sin avatares…

Es entonces que pienso de qué se trata un proceso de adecuación. Es centrar las perspectivas en la humanidad de las personas, que el centro Acompañantes Terapéuticos en Rosario de todos los objetivos, donde se re direccionan nuestras prácticas profesionales, de todas las profesiones, estén centradas en la preservación de esa humanidad, que tantas veces vemos adentro y afuera del hospital vulnerada. La cultura de la mortificación, en el sentido, de la falta de fuerza, apagado, sin viveza, en relación con un cuerpo agobiado por la astenia, decía Ulloa. La fatiga crónica, de los pacientes como de los trabajadores, el cansancio sostenido, suprime al

individuo pensante. Donde desaparece la valentía, aparece la resignación y la cobardía, merma la inteligencia. No puede haber alegría, disminuye Acompañantes Terapéuticos en Rosario el accionar crítico. En las instituciones donde todo se realiza en el mismo lugar: comer, dormir, recibir atención médica, como los internos en el hospital, se dan prácticas vinculares cercanas a la crueldad. Si uno le grita, a alguien que no puede insultarnos o revelarse dado que depende en absoluto de nosotros, en toda su subsistencia, se produce mortificación. La encerrona trágica es ese aspecto de no tener salida, solo la sumisión puede implementarse y el silencio ser un recurso,

apagado ante lo injusto. Para contrarrestar estos efectos, Ulloa habló de la institución de la Acompañantes Terapéuticos en Rosario ternura, la primera que recibimos fue en los cuidados maternos, de allí en más la ternura vincular será lo más reparador para el ser humano, de gran poder curativo del alma. Da fortaleza y seguridad, hace fuerte ante el desvalimiento infantil. Así surge lo que Ulloa tanto trabajó y nos hizo reflexionar sobre la cultura de la mortificación, la encerrona trágica y la ternura. Conceptualizaciones que permiten pensar, de que se trata, además de la perspectiva de derecho, derechos civiles, derechos humanos, de las personas

internadas en un hospital de salud mental. Entonces en los Acompañantes Terapéuticos en Rosario procesos de adecuación deberá tenerse en cuenta, además del número de pacientes, los profesionales, el equipo, los modos de funcionamiento, las prácticas, la ternura como abrigo frente a la intemperie y el desamparo, el alimento frente al hambre y el buen trato, escudos protectores todos frente a las violencias inevitables del vivir, del dolor del existir. Nada de esto ha sido ni es un logro individual, sino un complejo entramado de voluntades, muchas ad honorem, gente que se va sumando, dándole otros matices a lo que ahora es un proyecto

colectivo, en el que todos Acompañantes Terapéuticos en Rosario podemos sentirnos felices, realizados, disfrutar de los logros y entristecernos en compañía cuando las cosas se dificultan. Será mucho mejor cuando pasado el tiempo constructivo, todo esto se sistematice junto a enfermería, at, médicos, psicólogos, trabajadores sociales, terapistas ocupacionales, musicoterapeutas, todos construyendo y sosteniendo el resguardo de esa humanidad rescatada, de esas identidades recuperadas y restituidas. Psicodrama y teatro espontáneo como herramienta conceptual para el acompañamiento terapéutico de personas con enfermedad mental grave Alejandro Chévez, Andrea Montuori1 “Todo confluía en la convicción del valor intrínseco del modelo relacional. ‘Hay que poner el cuerpo’, fue nuestro

Acompañantes Terapéuticos en Rosario lema. Nosotros somos el ‘instrumento terapéutico’ por excelencia. Estábamos también yendo por un camino que recogía los frutos de las técnicas psicodramáticas. Martínez, Moccio y Pavlovsky con su integración de las teorías psicoanalíticas y psicodramáticas nos habían enriquecido en lo que significa participar activamente como terapeutas. ¿Nos alejábamos del psicoanálisis al abandonar la abstinencia como regla básica o abríamos nuevas puertas? Nosotros apostamos por esta segunda posibilidad y ahora en 1991, recogemos los frutos de aquellos años de maravillosa creatividad colectiva”. Eduardo Kalina, (1984). “El acompañante terapéutico, al trabajar en un nivel dramático-vivencial, no interpretativo, Acompañantes Terapéuticos en Rosario muestra al paciente, in situ,

modos diferentes de actuar y reaccionar frente a las vicisitudes de la vida cotidiana.”. S. Kuras y S. Resnisky, (1984). “El verdadero símbolo del teatro terapéutico es el hogar privado” J.L. Moreno, (1993). Introducción Los dispositivos de atención socio comunitaria prosperan hoy en día bajo el efecto del crack producido por la implementación política y legal del cierre de los grandes hospitales psiquiátricos a partir de los años ‘50. A partir de los años ‘60 comienza a tenerse noticia de diferentes experiencias en las que los profesionales intervienen en las Acompañantes Terapéuticos en Rosario casas y domicilios de los pacientes, traspasando los límites de

la consulta y el hospital. Surgen en este marco los primeros equipos de Acompañamiento Terapéutico sobre las bases teóricas que se disponían en ese momento: psicoanálisis, sistémica, psicología social, a la vez que se relegan otras como la teoría de grupos y el psicodrama. A modo de introducción de nuestro planteamiento, vale decir que la influencia de esta última, el psicodrama, en la constitución del AT nunca ha sido reconocida suficientemente por los autores emblemáticos de esta disciplina, a pesar de que las alusiones son Acompañantes Terapéuticos en Rosario claras desde los primeros textos. El primer libro de Acompañamiento Terapéutico data de 1984, escrito

como todos saben por Susana Kuras y Silvia Resnisky, contiene varias referencias que acercan a Jacov Levy Moreno, creador del psicodrama, a los fundamentos del AT. Partiendo por la apuesta que hacen las autoras por una metodología centrada en lo vincular, en el que se ejerce un trabajo “dramático-vivencial”, y donde una función fundamental es la de hacer de “yo auxiliar” del paciente, función psicodramática por excelencia, en tanto que ayuda a sostener la escena del otro y que enlaza Acompañantes Terapéuticos en Rosario con la definición de yo auxiliar del mismo Moreno, en el que al igual que el acompañante, el yo auxiliar

cumple una función como actor, como terapeuta y como investigador social (Moreno, 1993). Volveremos sobre estas cuestiones, pero conviene decir que se calcula que actualmente hay más de 15000 acompañantes terapéuticos trabajando en Argentina, Brasil, Uruguay, México y España, donde además, en alguno de estos países el acompañamiento ha alcanzado una cualificación profesional universitaria (especialización de postgrado, diplomatura o tecnicatura dependiendo del lugar), con lo cual el hecho de reintroducir en la formación de acompañantes Acompañantes Terapéuticos en Rosario terapéutico una metodología de aprendizaje mediante la acción para la acción, no es una propuesta que deba dejarse de lado. En España el pistoletazo de

salida lo da la promulgación de la Ley 14/1986, del 25 de abril, que en su capítulo III “De la salud mental”, artículo 20, punto 1, establece que “La atención a los problemas de salud mental de la población se realizará en el ámbito comunitario, potenciando los recursos asistenciales a nivel ambulatorio y los sistemas de hospitalización parcial y atención a domicilio, que reduzcan al máximo posible la necesidad de Acompañantes Terapéuticos en Rosario hospitalización”. Esta “prescripción legal” da lugar a la creación de equipos multidisciplinares públicos que van a intervenir en la comunidad con una mayor o menor especialización, ocupando el campo que

en otros países ocupa el Acompañamiento Terapéutico. Así es que los más institucionalizados hoy por hoy, son los Equipos de Tratamiento Asertivo Comunitario (se calcula que hay aproximadamente unos 33 equipos funcionando en España según datos del 2012) y los Equipos de Apoyo Social Comunitario (hay 38 sólo en la Comunidad de Madrid), estos últimos tributarios del acompañamiento terapéutico entre otros fundamentos teóricos y metodológicos. Acompañantes Terapéuticos en Rosario Desde 1980 tenemos información de equipos de acompañamiento terapéutico funcionando “clandestinamente” en Barcelona y Madrid. En España ha tenido diferentes niveles de legitimación y la implantación de este dispositivo ha prosperado fundamentalmente en la clínica

privada y ha ido aumentando su incorporación en tratamientos de manera paulatina. Regreso a la formación vivencial Desde hace cuatro años estamos trabajando en la revisión de las teorías de Moreno sobre la base de que nos puede ayudar a dar luz sobre cuestiones muy específicas de la práctica del AT. Hemos trabajado, analizado casos, supervisado y formado acompañantes, en Acompañantes Terapéuticos en Rosario la confluencia teórica del Acompañamiento Terapéutico y el Teatro Espontáneo, recuperando desde los fundamentos, conceptos de gran poder explicativo que permiten poner en acto la teoría del acompañamiento terapéutico. De esta forma nuestra práctica se nutre de conceptos como protagonista,

yo auxiliar, actor y personaje; espontaneidad trabajada, intervención escénica, rol, y grupo diádico, y centramos la formación en el entrenamiento de la espontaneidad, y la construcción y supervisión de escenas. Consideramos la estructura básica del acompañamiento como un grupo (el equipo o sistema terapéutico) que acompaña a otro grupo (el sistema familiar), cuya relación se Acompañantes Terapéuticos en Rosario despliega en torno a escenas, entendidas como sistemas, en el que la función del acompañante es sostener estas escenas y evitar que estas se enquisten, es decir, evitar quedar atrapado en círculos viciosos patológicos que inhiban su espontaneidad y capacidad de acción. Para intervenir en

estos sistemas el at dispone de dos recursos fundamentales: su experiencia o formación técnica y su espontaneidad o disposición personal (de aquí la importancia de una formación vivencial centrada en la acción para la acción). El equipo de acompañantes además de la coordinación y la supervisión de casos, supervisa las Acompañantes Terapéuticos en Rosario escenas en las que se ve envuelto. Con la ayuda de su equipo los acompañantes representan las situaciones conflictivas obteniendo información para sí mismo y para los compañeros, a la vez que une al grupo, en tanto los miembros del mismo son cocreadores de las escenas en las que participan.

De esta manera los acompañantes aprenden a leer cada situación en términos de escena, a la vez que entrenan su espontaneidad y creatividad, mediante técnicas activas (escultura, dibujo, roleplaying, multiplicación dramática, etc.), se ensayan resoluciones reales o poéticas. El at, en tanto yo auxiliar brinda Acompañantes Terapéuticos en Rosario soporte a la escena desde una espontaneidad trabajada (A. Chévez, 2012), posibilitando el acto subjetivo y espontáneo del acompañado. La espontaneidad debe ser el mecanismo que permita la transformación creativa de un equipo (tanto de estilo como de composición de ser necesario) frente a un paciente que en tanto cambia deja de ser el que

era. Parafraseando a Moreno podemos decir que un equipo espontáneo es aquel que puede actuar de forma adecuada ante un paciente nuevo (o que ha cambiado de posición subjetiva) o que puede actuar de forma creativa ante un paciente “conocido”. Acompañantes Terapéuticos en Rosario Moreno, el acompañamiento terapéutico y el psicodrama Son muchos los puntos de encuentro entre la obra de Moreno y el acompañamiento terapéutico. En primer lugar, él se plantea un teatro fuera de las salas tradicionales, que comienza en la calle, trabajando con niños y prostitutas. Un teatro sin guiones predefinidos ni pautas a priori, sino un teatro que se haga

en acto, a partir de la espontaneidad y la creatividad de los actores y el público, finalmente un teatro que rompa el esquema tradicional actores/públicos, en donde la escena es una co-creación entre ambos, en Acompañantes Terapéuticos en Rosario donde al igual que en el acompañamiento terapéutico sea la situación in situ la que guíe la escena, en donde el público sea protagonista y el actor un yo-auxiliar que acompaña la historia y ayuda que la escena sigua fluyendo. Ya por el año ´30 Jacob Levy Moreno diferenciaba un tipo de intervención que denominaba “existencial” y que consistía en el trabajo in situ con

el paciente, en los domicilios, en la calle, en la comunidad y con la comunidad, diferenciándolo de un trabajo de “laboratorio” que se llevaría a cabo en la consulta. Este Acompañantes Terapéuticos en Rosario principio de la acción comunitaria como propuesta metodológica, representa uno de las principales innovaciones de su trabajo, y lo ubica como antecedente de los posteriores movimientos de desinstitucionalización psiquiátrica y de intervención comunitaria. Su afán por romper lo instituido, las conservas sociales, lo llevan evidentemente des-teatralizar el teatro, y en el campo de la salud mental a des-psiquiatrizar la psiquiatría. Este enfoque revolucionario lo ha puesto tan cerca como lejos

del psicoanálisis, en tanto ambas teorías forman parte, a mi entender, de una misma revolución (aquella que ubica al yo en la periferia del lugar Acompañantes Terapéuticos en Rosario donde se cuecen habas) aunque por veredas diferentes. En conclusión el Psicodrama comparte con el Acompañamiento Terapéutico el mismo lenguaje, el de la acción, a la vez que le aporta un enfoque terapéutico relacional, que utiliza como fuerzas transformadoras la espontaneidad y la creatividad, y cuyo principal instrumento es la capacidad expresiva del cuerpo y la palabra del acompañante, en tanto se desempeña como actor en una escena. Solo la ceguera mentalista que ha convertido

al acompañante terapéutico en un intelectual de segunda sería capaz de no apreciar este feliz encuentro. El uso de conceptos Acompañantes Terapéuticos en Rosario Morenianos en Acompañamiento Terapéutico El concepto fundamental para comprender el aporte moreniano es, sin duda el de espontaneidad. Junto con ella tenemos los componentes que constituyen una escena: protagonista, yo auxiliar, el director y el escenario. La Espontaneidad es el motor primigenio de la producción creativa y un sinónimo de salud; “es una disposición del sujeto a responder tal como es requerido […] una preparación del sujeto para la acción libre” (Moreno, 1993). Moreno entiende la creatividad como un resultado

del proceso subjetivante que se da en la interacción entre dos, que se relacionan con Acompañantes Terapéuticos en Rosario espontaneidad. ¿Cómo podemos entender la relación terapéutica in situ a partir del principio moreniano de espontaneidad?, quizás la respuesta sea que todo acto espontáneo enlaza con un otro, es decir, la espontaneidad es un acto social, en la medida que vincula a dos sujetos de forma creativa en el aquí y ahora. Cuando Moreno en “Teatro de la Espontaneidad” define espontaneidad, hace referencia que permite actuar adecuadamente ante una situación nueva o de forma creativa en una situación conocida, esto es precisamente lo que busca

el acompañante: adaptarse a una situación inesperada o poder transformar Acompañantes Terapéuticos en Rosario una situación rutinaria de forma creativa. La escena: Definimos escena como un sistema. La escena se constituye en el momento concreto en el que se desenvuelve la interacción entre acompañante y paciente. En un plano temporal está conformada por una secuencia organizada en momentos que constituyen la historia del vínculo, en la que participan en un mismo momento dos o más personas in situ (protagonista, yo auxiliares, personajes, público), y otras tantas fuera del plano (director, coordinador, instituciones), que forman parte del contexto que define la escena sociohistóricamente. Toda escena

en tanto transcurre en un Acompañantes Terapéuticos en Rosario tiempo y espacio sociales, contiene una aspecto temporal (secuencial, diacrónico), topológico (simbólico, sincrónico) y nomológico (legal, normativo); y también un nivel manifiesto y un nivel latente, pasibles de ser dilucidados mediante el trabajo específico de la supervisión. El protagonista El protagonista ocupa el centro de la escena y es por lo tanto el actor principal, quien relata y define la escena. Este lugar lo ocupa fundamentalmente el acompañado en la escena. La tarea del at, es ir “por detrás” del protagonista (como diría Pablo Población en alusión a la no directividad), apoyando la construcción de

Acompañantes Terapéuticos en Rosario las escenas que se van creando y cerrando a lo largo del tratamiento. El relato del protagonista no solo refiere a sí mismo, sino que pone de manifiesto a la vez su estructura vincular interna y la estructura vincular del grupo del que forma parte en ese momento. La función protagónica debe considerarse un emergente de la escena, es portavoz de la situación que se está viviendo en ese momento, en tanto es sostenida por el grupo. El Yo-auxiliar Sería la función específica del acompañante terapéutico en la escena terapéutica. Moreno también lo ha denominado Acompañantes Terapéuticos en Rosario actor terapéutico. El yo auxiliar

va a ocupar roles secundarios que ayudan a sostener la escena, son por lo general roles ausentes que el protagonista (el acompañado) de momento no es capaz de abordar de forma manifiesta, por lo que el juego del yo-auxiliar es preparatorio y tiene la función simbólica de representar en acto; roles ausentes que aparecen en el mundo privado del paciente de forma explícita o implícita. Se trata de representar solo los papeles que se le presentan de la forma más ajustada posible al encuadre, pero sin darle un cierre de Acompañantes Terapéuticos en Rosario sentido a través de la interpretación. Dice Moreno “el yo

auxiliar tiene tres funciones: a) la de actor, representando los papeles requeridos por el mundo del sujeto; b) la de guía, un agente terapéutico, y c) la de investigador social” (Moreno, 1993) y agrega “la función del yo auxiliar consiste en hacer conversar a cada miembro de la triada”, al acompañante, al acompañado y a los roles que aparecen y se representan en la relación entre ambos y que son pertenecientes al mundo interno del acompañado. El director En términos de AT, es el responsable Acompañantes Terapéuticos en Rosario del tratamiento, que estaría representado por un profesional, el supervisor, el coordinador o por un

equipo terapéutico (en función de cómo este configurado el equipo y el tratamiento). Es sobre quien recae la mayor parte de la tele terapéutica. Y agrega Moreno “el director psicodramático tiene tres funciones: a) es un productor, b) es el principal terapeuta, y c) es un analista social”, y agrega “es una especie de yo super-auxiliar” (Moreno, 1993). El escenario Representa el espacio donde transcurre la interacción, este puede ser conceptualizado desde su estructura formal o desde su estructura simbólica Acompañantes Terapéuticos en Rosario como proyección del mundo interno del protagonista (P. Población, 1997). Desde un punto de vista material puede ser la casa

del paciente, la calle, un bar, cualquier espacio público o privado, más o menos formal, por donde transcurre el acompañamiento terapéutico; ahora bien el escenario esta investido de expectativas, de situaciones potenciales que surge de la propia estructura grupal del acompañamiento y se convierte, por lo tanto, en un verdadero locus nascendi de matrices relacionales. Finalmente tenemos el espectador. Para Moreno no hay espectador en sí, “el espectador es la comunidad” (Moreno, 1993) en donde Acompañantes Terapéuticos en Rosario se hallaría distribuida parte de la eficacia terapéutica de todo tratamiento. Axiomas de la intervención del acompañante terapéutico psicodramático Definida la escena terapéutica, con su

equipo, encuadre y estrategia, empezamos a trabajar y nos encontramos con los siguientes principios prácticos de intervención: • El Acompañante Terapéutico es un yo auxiliar que se desempeña en una escena terapéutica, y en donde su función es permitir que la escena siga fluyendo ocupando diferentes roles de forma espontánea y creativa. • El transcurso del acompañamiento terapéutico puede ser comprendido como una sucesión de escenas ordenadas por las matrices Acompañantes Terapéuticos en Rosario relacionales originadas entre el grupo acompañado, el grupo tratante y de la interacción entre ambos. • El Acompañante Terapéutico no trabaja desde su sentido común (conserva cultural), sino desde su

espontaneidad trabajada. Esta espontaneidad es entrenada mediante la formación técnica y la supervisión activa, concepto y disposición personal son los elementos fundamentales a la hora de intervenir. • El territorio del acompañamiento terapéutico es el vínculo y este se despliega siempre en escenas (en tiempo presente) en el que se ponen en juego (se actualizan en la relación) roles psicosomáticos, psicodramáticos y sociales. Tanto el Acompañantes Terapéuticos en Rosario yo como el vínculo surgen de estos roles. Rol entendido como aquello que no es propio ni ajeno al sujeto y que ponen en relación a un sujeto con otro). • El trabajo del acompañante

terapéutico se basa en la acción in situ y no en la interpretación a posteriori, por lo que cobra importancia la capacidad dramática-vivencial de los acompañantes, es decir, la posibilidad de sostener una escena desde un rol asignado por el paciente. La supervisión le permite al equipo a modo de hipótesis, dilucidar la escena que se está dando con el Acompañantes Terapéuticos en Rosario fin para poder habitarla, sostenerla y transformarla. • Desde un punto de vista técnico, el juego de roles es una estrategia fundamental en la intervención. Desatascar roles sedimentados, experimentar nuevas formas de relación a través de experiencias constructivas, son la

base del trabajo del día a día con los acompañados. Lugares de encuentro En síntesis, el planteamiento que hacemos es el de redescubrir, mediante una relectura de la obra de Moreno, el encuentro más que oportuno entre sus teorías del rol, la espontaneidad y el momento (basado en la acción) y el acompañamiento terapéutico. Se Acompañantes Terapéuticos en Rosario plantea la figura del yo auxiliar como la función específica que realiza el acompañante, en tanto actor que dinamiza una escena terapéutica que se da en la calle y en lo cotidiano. Una obra co producida en acto con el protagonista, el acompañado y los

demás personajes que intervienen en el sistema. Planteamos el encuentro entre dos grupos, uno representante del sistema terapéutico y el otro, del sistema “paciente” (paciente, familia, amigos, etc.…). Planteamos el acompañamiento como un grupo que acompaña a otro grupo, en donde ambos sistemas se transforman por el contacto mutuo. La Acompañantes Terapéuticos en Rosario función del sistema terapéutico es aportar espontaneidad y romper las pautas rígidas patológicas del sistema “paciente” (utilizamos el término paciente a falta de uno que denote mejor el rol activo que tiene en este escenario). También planteamos la necesidad de una formación que recupere el aprendizaje a través de la

acción, el psicodrama y el teatro espontáneo son nuevamente idóneos para este trabajo. Por ejemplo, la supervisión activa de escenas, mediante técnicas psicodramáticas, incluyen la representación de escenas cotidianas y aportan información acerca de las dinámicas que produce el propio equipo en el paciente y Acompañantes Terapéuticos en Rosario que explican muchas de las situaciones que se generan durante el acompañamiento. Además, la narración resultante de las dramatizaciones trabajadas por el equipo suelen ser más productivas que cuando el caso es solamente narrado. Es por ello que recomendamos que toda supervisión activa incluya un caldeamiento, la dramatización de las escenas surgidas en el equipo,

el eco (o expresión emocional) y el procesamiento (análisis racional). En equipos que trabajan en residencias o comunidades terapéuticas, puede pensarse un paso más: Talleres de Teatro Espontáneo en el que pacientes y equipo puedan interactuar desde este lugar alternativo Acompañantes Terapéuticos en Rosario con el fin de romper roles sedimentarios y rígidos. El efecto de estos talleres no solo produce una transformación en el estilo de intervención de los equipos sino un cambio en el vínculo entre profesionales y usuarios, fundamentalmente en lo que se refiere a las relaciones de poder que instala la institución y el “sentido común”. La aplicación del Teatro

Espontáneo como intervención puede tener una función preventiva ante el furor técnico, el recetismo, la automatización y la rigidez de las intervenciones, todas ellas calificadas por Moreno, como resistencias del actor. En conclusión, pensamos que Acompañantes Terapéuticos en Rosario es fundamental que además de la formación teórica y conceptual, fundamental para modelar las mentes, en los planes de formación nos atrevamos a introducir en igual medida (y no de forma marginal o supletoria) técnicas activas que permita a los acompañantes modelar los actos y confiar en su espontaneidad trabajada actuando de forma adecuada y creativa tanto en la calle como en los domicilios, así

como en los cada vez más heterogéneos contextos donde discurre nuestra práctica a medida que crece y avanza. Abordajes en AT una mirada ampliada hacia la familia María Laura Frank1 Acompañantes Terapéuticos en Rosario La clínica del acompañamiento trascurre en las fronteras, espacios entre el individuo y su familia, entre la calle y la institución, entre los espacios sociales de los acompañados y los nuestros, entre nuestro espacio terapéutico y las reuniones con el equipo. Cuando el at se inserta en los caminos de lo cotidiano va recorriendo paisajes y escenarios diferentes, disímiles, por momentos confortables, agradables, oscuros o llenos de obstáculos. Recorremos esos

caminos con una guía de viaje que es el trabajo en equipo, la terapia individual y la supervisión, que nos orientan para no sucumbir en Acompañantes Terapéuticos en Rosario el intento de sumergirnos con una estrategia clínica en el territorio del otro y perdernos en él. El acompañamiento terapéutico pensado como un dispositivo permite un abordaje terapéutico ampliado, abordando no solo al sujeto designado como paciente, sino también el contexto en el cual está inserto. Intentaré en este escrito esbozar algunas ideas sobre cómo el dispositivo acompañamiento terapéutico ampliado puede abordar al contexto familiar. El at trabaja en – con lo cotidiano, por lo

tanto con la familia y esto tiene consecuencias en la intervención clínica. Ana Quiroga afirma, “La vida cotidiana se manifiesta Acompañantes Terapéuticos en Rosario como un conjunto heterogéneo y multitudinario de hechos, actos, objetos, relaciones, actividades, que se nos presentan en forma “dramática”, es decir, como acción … La conforman la familia que constituimos, la revista que leemos, la televisión, el cine, el teatro, la casa que habitamos, etc. Se organiza alrededor de la experiencia de la acción del aquí de mi cuerpo y del ahora de mi presente, un mundo subjetivo, social, compartido, que yo experimento y que vivo con otros… […] es

predominantemente experiencia de acción, mecanismo irreflexivo, no es consciente. […]Los hechos se aceptan como partes Acompañantes Terapéuticos en Rosario de un todo conocido, autoevidente. El acompañante, de la mano de una estrategia de equipo, se va a introducir en la vida cotidiana para trabajar con ese mundo que es mucho más que un lugar, es condición de subjetivación. Intervenir en lo cotidiano puede generar modificaciones en la subjetividad, en la red social y familiar. Con su presencia, el at puede hacer visible aquello que la cotidianeidad oculta, devela prácticas desubjetivantes, roles estereotipados que no permiten modificaciones saludables, observa la forma de habitar el espacio,

el tiempo y el ritmo del otro, los vínculos, las Acompañantes Terapéuticos en Rosario presencias, las ausencias, tonos de voz, miradas, gestos. En la clínica del at abordamos no sólo al sujeto designado como paciente sino a toda la escena en la que participa, el escenario y la escenografía. Todos aquellos actos, actividades y personajes que constituyen la vida cotidiana del paciente forman parte del escenario en el cual el at interviene, como dice Ana Quiroga, de los hechos que aceptan sin cuestionar. En una oportunidad una paciente internada en un hospital psiquiátrico pronta a ser dada de alta manifestaba en sesiones de terapia

que “no podía volver a Acompañantes Terapéuticos en Rosario su casa porque no había lugar para ella”. Decidimos incorporar un at para trabajar la externación que por distintos motivos era complicada. No fue menor lo sorpresa cuando la at nos relató que en la vivienda donde habitaban tres personas había dos camas, dos sillas, dos platos, por lo que, cuando ella estaba en la casa hacían turnos para comer. Esto era naturalizado y nadie podía imaginar que fuera de otra manera. La presencia del at permitió entender la fuerza de las palabras, “no había lugar para ella”, la relación entre su madre y su

Acompañantes Terapéuticos en Rosario hermana no dejaba margen para alguien más, en lo simbólico, ni en lo vincular, tampoco en lo real de la casa. La estrategia de externación incluyó, para que fuera efectiva, no sólo aspectos singulares de la paciente, sino también su casa, los vínculos que allí se presentaban. En este escenario de lo cotidiano, la familia es una pieza fundamental en la vida de los sujetos. Muchas dificultades hacia el logro de los objetivos surgen de enfrentamientos u obstáculos de la familia hacia la tarea del acompañante. Frente a estas situaciones, los acompañantes pueden sentirse confundidos, Acompañantes Terapéuticos en Rosario amenazados, rechazados. En las supervisiones

escuchamos fuertes sentimientos de impotencia, frustración, ante no saber cómo actuar. Encontramos textos que plantean (Dozza, Marinho, Texeira y otros) que no se trata de ir en contra de la familia, de luchar contra las resistencias al cambio, de cuestionar sus verdades absolutas; tampoco de culpar a la familia por el padecimiento del paciente. Tomando palabras de Teixeira, Dename, Balduino “[…]Comprender y aceptar los recursos y límites de los familiares de nuestro paciente es abrir camino hacia una interacción de mayor apertura y proximidad; es trabajar en el sentido de Acompañantes Terapéuticos en Rosario favorecer relaciones menos defensivas y más flexibles entre nosotros y

la familia, y entre esta y el paciente.” Continúan diciendo que al abordar no sólo al paciente sino a la estructura más amplia, se aceleran los procesos, y agrego, se sostienen los cambios. En los últimos años hay cierta coincidencia en pensar el acompañamiento terapéutico como un dispositivo (Kuras, S Resnizky S 2011; Dragotto P.; Frank ML, 2012, otros) Este concepto nos permite pensar la complejidad de redes que se entraman en el marco del acompañamiento. Agamben toma el concepto de Foucault… “Lo que trato Acompañantes Terapéuticos en Rosario de indicar con este nombre es, en primer lugar, un conjunto resueltamente heterogéneo que incluye

discursos, instituciones, instalaciones arquitectónicas, decisiones reglamentarias, leyes, medidas administrativas, enunciados científicos, proposiciones filosóficas, morales, filantrópicas, brevemente, lo dicho y también lo no-dicho, éstos son los elementos del dispositivo. El dispositivo mismo es la red que se establece entre estos elementos.” Si el acompañamiento terapéutico constituye un dispositivo, es mucho más que la relación que se da en el proceso terapéutico entre un acompañante y un paciente. Se trata de la red que se establece entre el acompañante, el terapeuta que Acompañantes Terapéuticos en Rosario pide un acompañante, el psiquiatra, el supervisor del acompañante, el analista del acompañante, el acompañado, la familia del acompañado, su

entorno, sus mascotas, el vecino, el portero, su manera de recorrer o no la ciudad, etc. El dispositivo AT abarca la compleja red de personas, escenarios y situaciones de lo cotidiano lo cual da al abordaje terapéutico una mayor amplitud y por lo tanto mayor eficacia terapéutica. El trabajar con la familia y no a pesar de ella redunda en mayor efectividad de la estrategia. Si concebimos al sujeto constituido en entramados intersubjetivos, esto cobra Acompañantes Terapéuticos en Rosario sentido, ya que la familia tiene un lugar principal al constituirse como el grupo primario. Parafraseando a Edelman L. y Kordon D., la familia es

el entramado vincular en el que adquirimos el orden generacional, la identidad sexual, la personalidad; a través del discurso y las acciones se van inscribiendo lo histórico, cultural, social que forman parte de la constitución subjetiva. Es decir que nos vamos constituyendo en quienes somos a través de los vínculos que creamos en la sociedad donde vivimos; lo intra, lo inter y lo transubjetivo se conjugan permanentemente. Por otro lado, Acompañantes Terapéuticos en Rosario Abeleira y Delucca (2004) sostienen que el entramado vincular que constituye la familia se organiza a partir de lugares y funciones. Los lugares tienen que ver con los distintos tipos

de vínculos que conforman la familia, (simétricos, asimétricos) y las funciones -que se esperan y es deseable que ejerza la familia- son las de sostén y amparo y, por otro lado, de discriminación, corte y trasmisión de la ley. Explican que estas funciones son operatorias y necesarias para la constitución y construcción de la organización psíquica de los sujetos; refieren que han de estar encarnadas Acompañantes Terapéuticos en Rosario por personas reales con índice de realidad para el hijo, que provienen del conjunto familiar pero que luego son ampliadas por otras redes de vínculos extras familiares. Luego, la red se va ampliando y vamos

habitando otros vínculos, otros espacios. Los grupos secundarios aportan nuevas modalidades vinculares, posibilidades identificatorias y mantienen el apuntalamiento del psiquismo. Cuando falta o falla un apoyo, se produce una perturbación en la constitución del sujeto. Los acompañantes que logran establecer un vínculo con índice de realidad para el otro, comprometido y en abstinencia, pueden ser parte de esa red ampliada, Acompañantes Terapéuticos en Rosario brindarse como apoyaturas, brindando nuevas modalidades vinculares. En su gran mayoría, los abordajes que requieren de acompañamiento terapéutico son complejos. Susana Kuras y Silvia Resnizky afirman que los abordajes clásicos no son suficientes, se trata de pacientes severamente perturbados, de

familias disfuncionales, estalladas, con roles confusos, donde las funciones mencionadas anteriormente no son ejercidas y los apuntalamientos fallidos son habitualmente las circunstancias del entorno del sujeto a acompañar. La escena del AT en estos casos es un escenario complejo en cual se manifiestan una gran cantidad de circunstancias, emociones y dificultades de gran intensidad. Los Acompañantes Terapéuticos en Rosario acompañantes, al ingresar, ya sea para trabajar con la familia en conjunto o con un sujeto, se encuentran frecuentemente ante situaciones de rechazo, resistencia y obstáculo a la tarea. La misma familia que pide y acepta la intervención del acompañante puede luego mostrarse resistente y

expulsiva. Frente a esta tensión, los acompañantes sienten que deben actuar y muchas veces tomar decisiones siendo soporte de transferencias. Advertidos por nuestra formación, sabemos que debemos tomar un tiempo, hacer pausas, ir despacio para recorrer ese mundo real, representacional y vincular del otro a quien acompañamos. Debemos cartografiar la Acompañantes Terapéuticos en Rosario realidad que encontramos antes de intervenir, darnos el tiempo para entender la dinámica de roles que se despliegan en esa realidad, el entramado vincular. No sólo tomarnos ese tiempo sin tiempo lógico que implica el encuentro con el otro, sino con todo ese mundo que habita. El acompañante tiene el

privilegio y la dificultad de entrar en esa trama vincular; puede sentir en carne propia, experimentar desde la vivencia los lugares en los cuales se ubican los pacientes. Por cartografiar imagino hacer un esquema donde uno va ubicando los roles que ocupa cada uno, los Acompañantes Terapéuticos en Rosario lugares en los que cada sujeto son ubicados, los temas que se hablan, los que se callan, los mitos familiares, las creencias familiares, los mandatos, las exclusiones; en fin, la función que cada uno tiene en esa familia. Detectar los tipos de vínculos que se generan en la trama parental, filial, cómo se conjuga lo

fraterno, también si se cumplen y de qué manera las funciones. Todo esto significa la realización de un mapa que nos permita pensar la red vincular que conforma la cotidianeidad de los sujetos con los que trabajamos, en la cual Acompañantes Terapéuticos en Rosario tendremos que incluir otros actores por fuera de la familia que forman parte de esa red, como pueden ser un docente, un amigo, una niñera; otros que son incluidos por el dispositivo del AT dada su presencia subjetivante. A medida que el at puede hacer un análisis de la demanda y tener un panorama de la dinámica familiar, ocupará diferentes

lugares en el tramado de la red familiar con el fin de favorecer el ejercicio de las funciones que intervengan en el proceso de subjetivación. Es frecuente observar como los at cumplen funciones que tienen Acompañantes Terapéuticos en Rosario que ver con sostén, contención, separación, corte, ingreso simbólico al orden de la cultura y también cómo a lo largo de los tratamientos pueden ir modificando su lugar para realizar diferentes intervenciones. Los acompañantes muchas veces realizan estas intervenciones sin darse cuenta. Es después, en supervisiones o en las relecturas de los casos, al salir de la mirada exclusiva a uno de los miembros, que

pueden ver el conjunto y lograr dimensionar qué lugar ocuparon en distintos momentos en la trama familiar. Recuerdo una situación en la que es pedido un acompañante para trabajar con Acompañantes Terapéuticos en Rosario un paciente joven que vivía solo con la madre: la idea era realizar una actividad fuera de la casa y descomprimir el vínculo con su mamá que se sentía muy cansada. Eligieron junto con el acompañante que la actividad fuera natación. El joven estaba contento aunque un poco atemorizado por todo lo que implicaba. El segundo día, al llegar el at, la madre le dice que no irían porque X

estaba resfriado, por lo que hicieron una actividad en la casa. Al siguiente encuentro, X no podría porque la madre había sacado justo un turno Acompañantes Terapéuticos en Rosario en el médico. Y así se sucedían los encuentros y se acercaba la fecha de vencimiento del carnet de la pileta cubierta. El acompañante sentía impotencia y furia por momentos. El trabajo en supervisión nos llevó a pensar que si centrábamos la estrategia solo en X no avanzábamos, que teníamos que abordar al vínculo. Si pudiéramos observar el conjunto vincular, no quedaríamos atrapados a la mirada sesgada de ver la trama desde un sólo punto

vista, sentir enojo hacia esta madre que está obstaculizando nuestra tarea, por ejemplo. El at fue convocado porque este vínculo Acompañantes Terapéuticos en Rosario de X con su mamá no facilitaba la separación; si bien la madre quería tomar distancia, no podía. El circular del at por los distintos espacios, la casa, la calle, la terapia, el afuera, el adentro, la tristeza, la alegría, el encuentro con otros, permite una visión diferente del sujeto, lo que devuelve una mirada unificada. Mirada que difiere de la que puede tener el terapeuta en el consultorio, la familia en la casa, los amigos, los pares. Así, el

at aporta una mirada que integra, una presencia que devela, que confronta, desnaturaliza. Este circular Acompañantes Terapéuticos en Rosario por los distintos espacios del dispositivo de acompañamiento es lo que permite sostener cierta distancia necesaria para favorecer la eficacia terapéutica. La riqueza del dispositivo acompañamiento terapéutico permite el abordaje ampliado no sólo del sujeto sino del conjunto, en una amplia variedad de estrategias e intervenciones posibles. Esto posibilita resultados que se sostengan en el tiempo. Permite trabajar con la familia y no en contra de la familia y pensar al sujeto como una parte de ese todo. Un todo que incluye. ¿Por qué no

caminar juntos? La fuerza del acompañamiento entre AT y psicoanalista Acompañantes Terapéuticos en Rosario Mónica Santolalla1 I- ¿Hay testimonio para la locura? ¿Quién puede testimoniar? se preguntaba el filósofo Jacques Derrida en su texto “Ser justo con Freud”2 . El testimonio, como discurso, es un género literario, método de narración literaria en el cual se persigue una información verificada, o que intenta ser verificada de la historia, mediante entrevistas a personajes reales para basarse en hechos verídicos, que nunca pueden ser verificables completamente. Este género guarda una estrecha relación con el periodismo, de hecho, es un género híbrido, que resulta de la mezcla de

estilos literarios que ha tenido Acompañantes Terapéuticos en Rosario lugar en la segunda década del siglo XX. Diana Sperling, parafraseando a Wiesel, señala que: “Así como los griegos crearon la tragedia, los romanos la epístola, el renacimiento el soneto, la modernidad ha creado el testimonio”.3 Testimonio, agregaría, que no está exento de costuras en sus intertextos, costuras que en su im-prolijidad, en los huecos de la trama, se filtra la inconsciencia e inconsistencia del narrador. He optado por este camino, el del testimonio, para nombrar la perspectiva desde la cual voy a narrar una larga experiencia clínica, de más de ocho años, en la

Acompañantes Terapéuticos en Rosario cual no me privaré de hacer algunas consideraciones conceptuales que fueron apareciendo a medida que comencé la escritura de este testimonio. Va una primera observación, que tiene relación con el título de este trabajo: ¿Por qué no caminar juntos? Expresamente no hablo de integración, como seguramente lo hubiera hecho hace algunos años. Pese a mi fuerte formación kleiniana, cuyo ideario de salud mental es la integración, las lecturas de Nietzche, Blanchot, Barthes, Lacan, Benjamín, quebraron mis viejos ideales integracionistas. Hoy pienso que la alteridad es radical, el otro es radicalmente diferente, y en todo caso, Acompañantes Terapéuticos en Rosario o mejor dicho, en el

mejor de los casos “hospedamos” la diversidad, la diferencia, lo otro. Considero, siguiendo a Blanchot y a Deleuze (y ellos a Nietzche) que la realidad es fragmentaria y se yuxtapone, con algunos momentos de encastre, más ilusorios que simbólicos. Caminar juntos… parodia aquel curso que Roland Barthes dictó en el Collège de France, que llamó “Cómo vivir juntos”. Un Vivir juntos que no es sinónimo de integración imaginaria, sino de un fuerte trabajo de pensar acerca de cómo se crean los espacios múltiples donde sea posible habitarlo con otros. Ese Acompañantes Terapéuticos en Rosario lugar, hecho de materia difusa, de contornos irregulares, tramada de

elemento, escenas y acontecimientos heterogéneos, desplegadas en un gran espacio donde se encarna y se dramatiza cual un teatro, es el lugar que creamos entre un niño, sus padres, una escuela, una at, un maestro particular y yo, en tanto psicoanalista. Trama tejida por la fuerza circulante, pasional del deseo que acompañaba. El acompañamiento no integra, antes bien, crea, es performativo de nuevos lazos. II – Conozco a Juan un diciembre. Lo traen sus padres pues las dificultades en el jardín –agravadas durante el primer Acompañantes Terapéuticos en Rosario grado- eran ostensibles, y la escuela había presionado para que algún cambio se operara. Juan

no quería permanecer en el aula, síntoma en todo caso menor, en el ramillete sintomático que este niño de 6 años presentaba. No dormía, tenía alucinaciones visuales, con un exquisito lenguaje, hablaba de cosas incomprensibles para el resto de los humanos. Le costaba muchísimo establecer alguna clase de vínculo, ya que estaba asediado por fuertes ansiedades paranoides, que lo llevaban a sospechar de todo y de todos. Fue, en sus primeros años de vida, donde se iniciaron los trastornos del Acompañantes Terapéuticos en Rosario sueño, vinculados al desencuentro, a la no contención, al fracaso en la armonización con la función materna, conjugado con una

difusa y errática función paterna. No había contención dentro de su mente, había soledad y la soledad era vivida como persecución, no había quién defendiera. La soledad no era soledad, era ataque. Juan no estaba despierto, pero tampoco dormía. Se desesperaba por asistir a una escuela, pero paradojalmente no soportaba permanecer en ella. En general se escapaba del aula, en los comienzos del tratamiento. No fue medicado. Decidí armar, en acuerdo con los padres y Acompañantes Terapéuticos en Rosario la escuela un dispositivo, donde yo misma me incluía, además de un acompañante terapéutico y un maestro particularizado. Juan ya confiaba en su espacio analítico

y, desde allí, al amparo de la transferencia, le fui presentando a cada uno de los integrantes del dispositivo. Si bien las fuertes ansiedades paranoides, hicieron que Juan presentara resistencias, la maleabilidad de concebir este dispositivo, no solo a la manera foucaulteana de la positividad, sino incluyendo el concepto de Agamben como dispositivo benevolente, hizo que pudiéramos sostener este espacio de una manera mucho más creativa y abierta. Postulo, y Acompañantes Terapéuticos en Rosario creo que este es un plato fuerte a debatir con ustedes, que estos espacios entre niños, padres, at, escuela, terapeutas “no son solo espacios de coordinación entre actores que ya

están constituídos, sino más bien son como la fábrica misma de los actores y el lugar donde se ponen a prueba sus cualidades”. A medida que narraba en forma evacuativa, sin comas ni puntos aparte, los contenidos terroríficos de las alucinaciones con la analista, comenzaron los intentos por maniobrar sus acciones cotidianas, en compañía de la at, despuntando así, nuevos movimientos subjetivos. Él empieza a Acompañantes Terapéuticos en Rosario caer en la cuenta de que existe un intercambio, un encuentro con un otro que lo hospeda, en el sentido derrideano de la hospitalidad. Esa hospitalidad estaba apuntalada en un fuerte trabajo de reflexión entre

los componentes del dispositivo de equipo. Volveré a este punto más adelante. La experiencia de sentirse hospedado en sesión, en la escuela, con su acompañante terapéutica, va trazando en Juan constructivamente un puente, un pasaje, que permite el comienzo de una experiencia distinta. Esta es una de las razones por las que tenía que recurrir en muchos momentos a la Acompañantes Terapéuticos en Rosario analista, a la at o al maestro. Juan necesitaba un testigo, un secretario, compañero de ruta, alguien que tome nota del giro que le estaba aconteciendo, que marque ese otro, ausente en la alucinación, que él descubre, está tomando la

curva a su lado. Este niño empieza a construir historias con sus sueños, narraciones donde ir poniendo los personajes sueltos y persecutorios que tiene en la mente. La escucha del maestro, la at y la analista eran diferentes, pero armoniosas, y construían juntos un ritmo. Había momentos donde el narrador que habitaba en él (los Acompañantes Terapéuticos en Rosario aspectos más neuróticos) eran puesto a prueba más allá de sus posibilidades: temía con mucha angustia la oscuridad, dormirse y no despertar, temía encontrarse con aquello que está detrás de la luz. O con el vacío. No era el develamiento de una verdad totalizante, y

por lo tanto tranquilizadora para descifrar, sino develamiento de ese otro extranjero que nos habita, de ese extranjero en nosotros mismos como se titula un libro de Julia Kristeva4 y que tanto conmueve y asusta. El sueño es una de las experiencias más sublimes de la extranjería. Extranjero que aparece Acompañantes Terapéuticos en Rosario cuando surge la conciencia de la diferencia, de la alteridad. III – ¿Por qué no caminar juntos at y analistas? En tiempos de debate sobre el DSM V, la patologización y la consiguiente medicalizacio´n de la infancia, la apuesta en la etiologi´a gene´tica para el espectro autista, la proscripción en

algunos países a los psicoanalistas para atender patologías del espectro autista, el rebajamiento de la mayori´a de edad penal en los jóvenes sin tener en cuenta los efectos que producen las drogas y la pobreza, resulta un imperativo ético renovar la convocatoria que esta pregunta Acompañantes Terapéuticos en Rosario inicial conlleva. Nos une la posición humanista. Como les decía, me alejo de las ideas foucaulteana del dispositivo con connotaciones normativas, sobredeterminadas; me acerco más bien a la idea de indeterminación de los dispositivos de Deleuze y Agamben, que se apoya en una ganancia de mayor margen de libertad para los actores. De hecho, estas

conceptualizaciones son en el a-posteriori de lo que fuimos armando. En mi experiencia, los acompañamientos terapéuticos son gestores de nuevas trazas de subjetivación. Pienso sin embargo que si concebimos que el sujeto (ya sea niño o adulto) es por estructura Acompañantes Terapéuticos en Rosario un sujeto dividido, que no todo es conciencia, que hay un inconciente que nos habita, es necesario diferenciar actores y funciones. Y nuevamente vuelve un apelativo a la ética. Ya nadie puede creer, de manera seria, que un uno, como decía Blanchot (sea analista, escuela o at) resuelve per-se, la complejidad de la clínica a la que estamos enfrentados. Los

paradigmas culturales nos embretan; el sistema capitalista con su lógica de mercado nos ofrece soluciones mágicas y rápidas; nosotros mismos estamos atravesados por estas coordenadas. Vuelve entonces la pregunta: ¿Por qué no caminar juntos? La Acompañantes Terapéuticos en Rosario fuerza está en nuestra posición humanista frente al dolor. El poder de los medicamentos del espíritu es el síntoma de una modernidad que tiende a abolir en el hombre no sólo su deseo de libertad, sino también la idea misma de enfrentar la adversidad. El silencio entonces es preferible al lenguaje, fuente de angustia y de vergüenza”5 . At y terapeutas, de la corriente que

seamos, no podemos perdernos la oportunidad de poner visagras subjetivantes. Caminemos juntos. Hacer lugar1 Dolores Hernández2 “Abre bien los ojos, mira.” Julio Verne, Miguel Strogoff Cuando desde el AT tratamos Acompañantes Terapéuticos en Rosario de abordar la hechura de lo cotidiano, solemos cruzar por la palabra arquitectura como a través de un puente hacia el intento de aprehender lo cotidiano desde el dispositivo clínico. El arquitecto noruego Norberg-Schulz dice de un puente: “El puente es un camino particularmente expresivo. Uniendo dos regiones y conteniendo dos direcciones, usualmente representa un fuerte estado de equilibrio dinámico.”3 Cuantas veces en el AT recurrimos también a la imagen

de un puente para hablar de ese espacio “entre”, ese lugar que es punto de encuentro con un otro diferente y, a la vez, movimiento, Acompañantes Terapéuticos en Rosario desplazamiento, ir y venir. Este trabajo se propone cruzar por la arquitectura hacia el encuentro de posibles construcciones propias del AT. Algunas tendencias de la arquitectura contemporánea sostienen que las soluciones arquitectónicas, mucho más allá de dar respuesta a problemas funcionales, pueden ofrecer otra mirada que involucre la vivencia, la experiencia y la percepción integral del espacio. En este sentido, se dice que un arquitecto puede intervenir creando atmósferas, es decir, entornos que recuperen la

memoria de una cierta vivencia y faciliten la experiencia de los sentidos haciendo posibles nuevas vivencias. Un ejemplo de esto Acompañantes Terapéuticos en Rosario es el trabajo de un equipo de arquitectos que diseñaron y construyeron una granja educativa en las sierras cordobesas. Al hacerlo, intervinieron el paisaje natural de manera que los aromas y los sonidos, el perfume del pan recién hecho o el sonido del agua jueguen un rol activo en la percepción integral del espacio, en un diálogo con el paisaje. Retomaremos esta idea más adelante. De acuerdo con estas corrientes de la arquitectura, el espacio es comprendido desde su percepción

integral, es decir que el espacio va más allá de lo visual y verificable, hacia Acompañantes Terapéuticos en Rosario la exploración del mundo percibido y vivido. No hay espacio homogéneo; hay espacio heterogéneo. Dice Merleau-Ponty: “Tanto en psicología como en geometría, la idea de un espacio homogéneo ofrecido por completo a una inteligencia incorpórea es reemplazada por la de un espacio heterogéneo, con direcciones privilegiadas, que se encuentran en relación con nuestras particularidades corporales y nuestra situación de seres arrojados al mundo” 4 La percepción del espacio está mediada por el cuerpo físico y psíquico, como lugar a través del cual accedemos al mundo

exterior y vivimos el espacio. Un concepto que podemos tomar Acompañantes Terapéuticos en Rosario aquí es el de espacio existencial que desarrolla Norberg-Schulz5 , quien traduce elementos de la psicología de la percepción, de la fenomenología de Heidegger, del existencialismo, de la psicología y de otras corrientes teóricas, a la arquitectura. Un arquitecto al configurar el espacio incide en un ámbito de la existencia humana. Distingue espacio, de espacio arquitectónico y de espacio existencial. Espacio existencial es para él un sistema de esquemas perceptivos o imágenes del ambiente a nuestro alrededor que almacenamos en la memoria durante nuestra vida a partir de la interacción

con el espacio en el Acompañantes Terapéuticos en Rosario que vivimos. Se trata de estructuras elementales algunas y otras condicionadas socialmente que el espacio arquitectónico concretiza. Son niveles del espacio existencial lo urbano de una ciudad con sus calles, sus barrios, sus nodos; una casa con sus habitaciones; los objetos dentro de esa casa. El espacio existencial hace posible la adquisición de sentido de identidad y pertenencia a una sociedad y a una cultura. La clínica del AT sucede en el espacio cotidiano y, al igual que un camino que se transita, la clínica de lo cotidiano6 nos pone en tensión entre lo conocido

Acompañantes Terapéuticos en Rosario y lo desconocido, lo semejante y lo ajeno. Lo cotidiano nos atraviesa como sujetos. En el espacio cotidiano, tanto el acompañante como su acompañado están involucrados en un espacio existencial. Desde la perspectiva de la psicología social, Ana Quiroga define la vida cotidiana como “el espacio y el tiempo en el que se manifiestan de forma inmediata y directa las relaciones que los hombres guardan entre sí y con la naturaleza en función de sus necesidades, configurándose sus condiciones concretas de existencia.”7 El trabajo, la familia, el tiempo libre son áreas de la vida cotidiana Acompañantes Terapéuticos en Rosario y producen subjetividad en tanto

los procesos psíquicos están incididos por condiciones concretas de existencia. Según este punto de vista, se entiende al sujeto como un ser con necesidades que se satisfacen socialmente, que es configurado en una red de relaciones vinculares (en condiciones concretas de existencia) y está situado históricamente. Es de lo cotidiano que el at tomará los recursos para trabajar con el vínculo. El espacio clínico de AT está hecho de múltiples espacios: hay espacio psíquico, espacio existencial, espacio de la ciudad, espacio vincular, espacio institucional, espacio transferencial, espacio transicional, espacio social, Acompañantes Terapéuticos en Rosario espacio público, entre otros posibles de ser conceptualizados. Un acompañante

y su acompañado transitan esos espacios; recorren distancias; toman una dirección u otra; llegan a un cruce de caminos y escogen uno; deciden continuar por otro; se dan con una encrucijada; regresan al punto de partida; vuelven a partir; hacen centro. Transitar el espacio clínico de lo cotidiano requiere de orientación y para un at es preciso ser buen investigador y conocedor de lo cotidiano, así como cada vez mejor lector en y de la multiplicidad de espacios que lo componen. ¿Cómo vivencian el espacio Acompañantes Terapéuticos en Rosario nuestros acompañados? Con esas coordenadas, es posible dibujar un mapa de ese cotidiano singular e

irrepetible: un cruce particular entre espacio-tiempo y cuerpo. Dijimos al principio de este trabajo acerca de la experiencia del equipo de arquitectos en la granja educativa que tomamos como ejemplo, donde intervinieron (el espacio natural) “creando atmósferas” que recuperasen la memoria de ciertas vivencias en relación con los sentidos para facilitar otras. El at podría pensarse también como un creador de atmósferas. Las atmósferas podrían entenderse como el resultado de una o varias intervenciones: ese efecto que hace (construye) lugar; Acompañantes Terapéuticos en Rosario que se dirige hacia nuestro acompañado, su entorno físico o vincular; que aguarda un movimiento; que posibilita algo de la

subjetividad. Hacer lugar también se podría leerse como vaciar para liberar el espacio; hacer lugar a otra cosa. Para la arquitectura espacio y lugar son distintos. Para NorbergSchulz, el espacio es “un sistema de lugares”. Dice: “Los lugares son metas o focos donde experimentamos los acontecimientos más significativos de nuestra existencia, pero también son puntos de partida desde los cuales nos orientamos y nos apoderamos del ambiente circundante.”8 Entonces, los espacios por los que transitamos Acompañantes Terapéuticos en Rosario a diario están compuestos por lugares que pueden tener la forma de las construcciones que vemos a nuestro paso. La arquitectura puede construir para dar

soluciones funcionales, pero también puede intervenir el espacio para hacer lugares: dotar a una ciudad y sus habitantes de metas o focos para la vivencia y puntos de partida para la subjetividad. Una casa, una plaza, un bar, un cine, una sala de hospital son lugares por donde transita el at y su acompañado. Cuando el at interviene en lo cotidiano, lo hace en el espacio vincular como parte de Acompañantes Terapéuticos en Rosario una estrategia clínica. Una intervención hace (construye) lugar (meta, foco, punto de partida) cuando genera espacios (vinculares) para la subjetividad. Para hacer lugares, el at, a la manera de un

arquitecto, deja señales, marca territorios, hace sus cálculos, mide y crea atmósferas para que pueda suceder lo nuevo no amenazante del encuentro significativo que transforma.

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